La Madre de Jesús y el Apóstoles de la Palabra

Una cercanía comprometedora
Aquí está el origen de todo: su cercanía y familiaridad con la Palabra de Dios, que les impide toda posibilidad de enredar las cosas de manera tal que puedan salirse con la suya, escabulléndose de los problemas concretos, que derivan de tal situación (Mc 8, 34).

Por lo tanto, sea María, la madre del Verbo (la Palabra) Encarnado que el Apóstol de la Palabra, para evitar inútiles decepciones, es necesario que desde un principio estén bien conscientes de los riesgos que de por sí conlleva esta realidad y al mismo tiempo estén dispuestos a enfrentarlos con valentía, confiando siempre en la Providencia Divina.

Signo de contradicción
Es lo primero que les pasa, al dejarse guiar por la Palabra que amonesta: “no se puede servir a dos patrones” (Mt 6, 24) y “el que se hace amigo del mundo, se hace enemigo de Dios” (Stgo 4,4), a imitación de Cristo, la Palabra de Dios por excelencia y por lo tanto “el signo de contradicción” por excelencia (Lc 2, 34).

De hecho, la misma Palabra los conmina a ser siempre fieles a la Verdad: “digan sí cuando es sí y no cuando es no” (Mt5,37), una Verdad que libera(Jn 8, 32) y no admite subterfugios, como aclara san Pablo en la Carta a los Hebreos: “La Palabra de Dios es viva y eficaz y más cortante que la espada de dos filos… todo está desnudo y expuesto a sus ojos. A ella rendiremos cuenta” (Heb 4, 12-13).

Simples siervos
Estando así las cosas, lo que realmente les importa,sea a María,la Madre de Jesús,que al auténtico Apóstol de la Palabra, es servir a la Palabra, cada uno a su modo: María dando un cuerpo humano a la Palabra y el Apóstol de la Palabra llevándola a los hermanos.

Evidentemente se trata de un grande honor y un gran privilegio, que dependen esencialmente de una libre elección divina(Lc1,30).De ahí la respuesta de María a la invitación del ángel a ser la Madre del Verbo Encarnado: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38): de ahí también la respuesta generosa de los auténticos Apóstoles de la Palabra: “Somos simples siervos; solamente cumplimos con nuestro deber”(Lc17,10),siguiendo el ejemplo del Maestro,la Palabra hecha carne(Jn1,14),que “no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida como rescate por muchos”(Mt20,28).

Incomprensión
Tratándose de experiencias muy personales, viene como consecuencia que de parte de los implicados surge la imposibilidad de comunicar a los demás lo que está pasando en su interior y los empuja a actuar de una determinada manera y al mismo tiempo de parte de estos la incapacidad de comprender plenamente el sentido de una manera tan diferente de portarse, más allá de toda explicación “razonable”.
De hecho, ¿qué hubiera podido hacer María para explicar a SanJosé la razón de su embarazo de forma tal que éste se hubiera podido convencer? Lo mismo le pasa al Apóstol de la Palabra en el ejercicio de su misión profética: no todos comprenden a cabalidad el sentido de su actuación, no obstante todo el esfuerzo que haga por darse a entender. 


Rechazo por ignorancia
Es lo que pensaba hacer SanJosé, al darse cuenta de lo que estaba sucediendo en María; es lo que le pasa también a todo apóstol de la Palabra, cuando, por ser fiel a su misión, se porta de una manera tan peculiar (radicalismo evangélico).

Un rechazo por ignorancia,que puede llegar hasta su eliminación física, pensando con eso dar gloria a Dios,por no conocer el origen de todo(Jn16,2), y actuando bajo el pretexto de buscar el bien común (Jn18,14).De ahí la súplica de Jesús antes de morir: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34).

¿Qué hacer, entonces, en estos casos? Confiar plenamente en Dios, que al momento oportuno sabe cómo intervenir para resolver los problemas y calmar las aguas encrespadas(Mt1,20;Mt6,32-33;Lc10,19).

Frutos abundantes
No obstante todos esos sinsabores, lo que más consuela y fortalece en su misión a María y al Apóstol de la Palabra, es la conciencia, aunada a la experiencia, de que su misma presencia surte siempre efectos insospechados: “Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio un salto en su vientre” (Lc 1, 41); “Cuando entren en una casa, digan: Paz a esta casa y, si hay allí alguien digno de paz, la paz descansará sobre él ”(Lc10,5).


¿Quién se hubiera podido imaginar algo tan grande y maravilloso, reservado para los que llevan a los hermanos la Palabra de Dios? De todos modos, aún hay más:“Sus nombres están escritos en el cielo ”(Lc10,20).

Un camino hacia el Calvario
Como dice el refrán, “no hay rosas sin espinas”, que en nuestro caso se traduce en el axioma evangélico: “No se puede llegar a la Pascua de Resurrección, sin pasar por la pasión y la muerte”, reflejo fiel de la enseñanza del Maestro:“Un servidor no es más grande que su señor. Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán ”(Jn15,20); “Los envío como ovejas entre lobos ”(Lc10,3). Así que, sea a María, consciente de la amonestación del anciano Simeón (Lc 2, 35), que al auténtico Apóstol de la Palabra, no les queda que el camino del Calvario y la soledad (Mt 27, 46), entre continuas zozobras y los consuelos del Espíritu(Lc1,46ss;Lc10, 17ss; Mc 9, 5)), hasta llegar a los pies del Crucificado (Jn19,25),una etapa obligatoria para poder llegar a la Gloria de la Resurrección.

Conclusión
La cercanía con la Palabra de Dios representa sin duda una auténtica aventura en el Espíritu, llena de sorpresas y con un final ciertamente feliz al cien por ciento. Por lo tanto, no nos queda a los Apóstoles de la Palabra que seguir adelante con ánimo, seguros de que “después de la tempestad, vendrá la calma” (Mc 4, 39).

Y a ti, que por casualidad (¿?) te estás enterando de todo eso, te doy un simple consejo: si se te presenta la oportunidad de acercarte a la Palabra de Dios y hacer de ella el motivo y la inspiración fundamental de tu vida, te invito a ser valiente y a no desaprovecharla . Te garantizo que nunca te aburrirás y tu vida será un éxito total(Mc10,30)

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