Los diez mandamientos

Según muchas sectas protestantes, la Iglesia Católica ha manipulado los 10 Mandamientos de la Ley de Dios, tergiversando su sentido. A su parecer, los Diez Mandamientos de la Ley de Dios son obligatorios para todos e inmutables, puesto que constituyen un completo y perfecto código de moral y convivencia humanas y fueron dictados directamente por Dios en persona.

 

Alianza con el pueblo de Israel

Para poder aclarar este asunto, antes que nada es necesario subrayar el hecho que la Antigua Alianza (o Testamento), fue un pacto establecido exclusivamente entre Dios y el Pueblo de Israel, no entre Dios y toda la humanidad en general.

 

Ahora, pues, si ustedes me escuchan atentamente y respetan mi alianza, los tendré por mi pueblo entre todos los pueblos. Pues el mundo es todo mío. Los tendré a ustedes como mi pueblo de sacerdotes, y una nación que me es consagrada (Ex 19, 5-6).

 

Dios se comprometió a defender a su pueblo, como hace un padre con su hijo, y el pueblo se comprometió a obedecer a Dios, como hace un hijo con su padre. Los 10 Mandamientos representan un resumen de las obligaciones más importantes, que el pueblo de Israel contrajo con Dios.

 

Entonces Dios dijo todas estas palabras: "Yo soy Yavé tu Dios, el que te sacó de Egipto, país de la esclavitud” (Ex 20, 1-2).

 

Y ahora, Israel, escucha las normas y las leyes que yo te enseño, para que las pongas en práctica. Así vivirás y entrarás a tomar posesión del país que te da Yavé, Dios de tus padres.

¿Y qué nación hay tan grande que tenga normas y leyes tan justas como esta ley que yo te entrego hoy? Yavé les dio a conocer su Alianza, en la que les ordenó observar sus diez mandamientos, tal como los había escrito en las dos tablas de piedra (Dt 4, 1. 8. 13).

 

Moisés reunió a todo Israel y les dijo: "Escucha, Israel, las leyes y normas que te enseño en este día, apréndelas y cuida de ponerlas en práctica. Yavé, nuestro Dios, hizo alianza con nosotros en el Horeb, pues su alianza no fue solamente con nuestros padres, sino también con nosotros que hoy estamos aquí todos vivos. Yavé nos habló cara a cara, en el monte, desde en medio del fuego (Dt 5, 1 -4).

 

Acuérdense de la ley de Moisés, mi servidor, a quien entregué en el cerro Horeb leyes y ordenanzas para todo Israel (Mal 4, 4).

 

Una Nueva Alianza

Desde el Antiguo Testamento Dios prometió establecer una Nueva Alianza y entregar una Nueva Ley.

 

Vendrán días -palabra de Yavé- en que yo pactaré con el pueblo de Israel una nueva alianza.

No será como esa alianza que pacté con sus padres, cuando los tomé de la mano, sacándolos de Egipto. Ellos quebraron mi alianza, siendo yo el Señor de ellos.

Esto declara Yavé: Cuando llegue el tiempo, yo pactaré con Israel esta otra alianza: Pondré mí ley en su interior, la escribiré en sus corazones, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.

Ya no tendrán que enseñarse mutuamente diciéndose el uno al otro: "Conozcan a Yavé”. Pues me conocerán todos, del más grande al más humilde.

Porque yo habré perdonado su culpa y no me acordaré más de su pecado (Jer 31, 31-34).

 

Con su muerte en la cruz, Cristo anuló el Antiguo Testamento y estableció el Nuevo.

 

Después sigue: Aquí estoy para cumplir tu voluntad; con esto, Cristo anula el Antiguo Testamento y establece el Nuevo (Heb 10, 9).

 

Evidentemente, al anular el Antiguo Testamento, anuló también la antigua Ley.

 

Eliminó la Ley con sus preceptos y sus observancias. Hizo la paz al reunir los dos pueblos en su persona, creando de los dos un solo Hombre Nuevo (Ef 2, 15).

 

Lo mismo pasa con ustedes, hermanos. Al morir Cristo corporalmente, también ustedes murieron respecto a la Ley; y pasaron a pertenecer a otro, que fue resucitado de entre los muertos a fin de que diéramos fruto para Dios (Rom 7, 4).

 

Cristo es el único Maestro

Existen dos testamentos con dos leyes. Nosotros pertenecernos al Nuevo Testamento y por lo tanto estamos obligados a cumplir solamente la Ley de Cristo y no la Ley de Moisés. Para nosotros, Cristo es el único Maestro (Mt 23, 10). Solamente a Él tenemos que escuchar y obedecer.

 

Y se formó una nube que los cubrió con su sombra, y desde la nube llegaron estas palabras: "Este es mi Hijo amado, escúchenlo” (Mc 9, 7).

 

En efecto, a Cristo se le dio todo poder en el cielo y en la tierra.

 

Todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra (Mt 28, 18).

 

Él es "el camino, la verdad y la vida”:

 

Jesús contestó: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí (Jn 14, 6).

 

Para permanecer en su amor, tenemos que cumplir sus mandamientos, no los mandamientos de la Ley de Moisés.

 

El que conoce mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. Y mi Padre amará al que me ama a mí, y yo también lo amaré y me mostraré a él (Jn 14, 21).

 

Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo permanezco en el amor de mi Padre, guardando sus mandatos (Jn 15, 10).

 

Ustedes son mis amigos si cumplen lo que les mando (Jn 15, 14).

 

Una Ley más perfecta

Puesto que ya no vale la Antigua Ley juntamente con los Diez Mandamientos, entonces ¿podemos matar, robar, cometer adulterio, etc.? No: todo lo bueno y valioso, contenido en la Ley de Moisés, se encuentra en la Ley de Cristo en una forma más interiorizada y perfeccionada.

En este sentido, Cristo no vino a suprimir la Antigua Ley, sino a darle su forma definitiva (Mt 5, 15). Por lo tanto, querer cumplir los Diez Mandamientos de la Ley de Moisés, al pie de la letra y sin tener en cuenta el Nuevo Testamento, es un error.

 

Y les digo que si su vida no es más perfecta que la de los maestros de la Ley y de los fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos (Mt 5, 20).

 

¿Cómo lograr una vida más perfecta? ¿Cumpliendo al pie de la letra la Ley de Moisés? No. Esto es posible solamente teniendo en cuenta las aportaciones y los cambios, que encontramos en la Ley de Cristo.

 

Se dijo a los antepasados: "No cometerás adulterio”. Ahora yo les digo que quien mira con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio en su interior (Mt 5, 27-28).

 

Así que, cuando se nos presenta cualquier problema en el campo de la fe y las costumbres, tenemos que preguntarnos siempre: "¿Qué dice el Nuevo Testamento?” En efecto, nosotros pertenecemos al Nuevo y no al Antiguo Testamento.

 

Figuras y realidad

Todo el Antiguo Testamento fue una preparación para llegar a Cristo. Contiene solamente las figuras. Cristo es la realidad.

 

Por eso, que nadie los venga a criticar por lo que comen y beben, o por no respetar las fiestas, lunas nuevas o el día sábado. Todas esas cosas no eran sino sombras de lo que había de venir, pero la realidad es la persona de Cristo (Col 2, 16-17).

 

La Ley de Moisés fue como una sirvienta, que nos llevó a Cristo. Una vez cumplida su misión, cesó de existir.

 

Antes de que llegaran los tiempos de la fe, la Ley nos guardaba en espera de la fe que se iba a revelar. Para nosotros, ella fue la sirvienta que lleva al niño a su maestro: nos conducía a Cristo, para que al creer en él fuéramos justos y santos por medio de la fe. Al llegar la fe, esa sirvienta no tiene ya autoridad sobre nosotros (Gál 3, 23-25).

 

Los Diez Mandamientos, expresión del Antiguo Testamento

Toda la imperfección del Antiguo Testamento con relación al Nuevo se manifiesta en los Diez Mandamientos. Veamos solamente algún aspecto:

 

- DIOS.

El Antiguo Testamento dice que hay un solo Dios y nada más.

 

Entonces Dios dijo todas estas palabras: "Yo soy Yavé tu Dios, el que te sacó de Egipto, país de la esclavitud.

No tengas otros dioses fuera de mí (Ex 20, 1-3).

 

El Nuevo Testamento aclara que se trata de un solo Dios en tres personas.

 

Por eso, vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que les he encomendado (Mt 28, 19).

 

- EL PRÓJIMO.

El Antiguo Testamento presenta las obligaciones en los aspectos más exteriores, exigiendo lo mínimo indispensable.

 

No mates (Ex 20, 13).

 

El Nuevo Testamento llega hasta las profundidades del corazón e invita hacia las cumbres de la santidad.

 

Saben que se dijo a sus antepasados: "No matarás, y el que mate será llevado ante la justicia”. Yo les digo más: Cualquiera que se enoje contra su hermano comete un delito, y el que lo trate de tonto merecería responder ante el Tribunal Supremo, y el que lo trate de renegado de la fe, es digno del infierno (Mt 5, 21- 22).

El que no ama, permanece en la muerte. El que odia a su hermano, es un asesino, y como lo saben ustedes, en el asesino no permanece la Vida eterna (1Jn 3, 15).

Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto su Padre que está en el cielo (Mt 5, 48).

 

- LA MUJER.

El Antiguo Testamento la considera inferior al hombre, como su propiedad.

 

No codicies la casa de tu prójimo. No codicies su mujer, ni sus servidores, su buey o su burro. No codicies nada de lo que le pertenece (Ex 20, 17).

 

El Nuevo Testamento habla de igualdad en Cristo.

 

Ya no hay diferencia entre quien es judío y quien griego, entre quien es esclavo y quien hombre libre; no se hace diferencia entre hombre y mujer. Pues todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús (Gál 3, 28).

 

- EL SEXO.

El Antiguo Testamento prohíbe el adulterio, considerado como la unión del hombre con la mujer de otro.

 

No andes con la mujer de tu prójimo (Ex 20, 14).

 

El Nuevo Testamento prohíbe hasta los malos deseos.

 

Ahora yo les digo que quien mira con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio en su interior (Mt 5, 28).

 

Además, prohíbe el divorcio y extiende el concepto de adulterio: mientras viva el propio cónyuge, no es posible contraer otro matrimonio (Mt 19, 9; Lc 16, 18).

 

En eso unos fariseos vinieron a él con ánimo de probarlo y le preguntaron: "¿Puede el marido despedir a su esposa?” Él les respondió: "¿Qué les ha ordenado Moisés?” Ellos contestaron: "Moisés ha permitido firmar el acta de separación y después divorciarse”.

Jesús les dijo: "Moisés escribió esta ley porque ustedes son duros de corazón. Pero la Biblia dice que al principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, para unirse con su esposa y serán los dos uno solo. De manera que ya no son dos, sino uno solo. Por eso, lo que Dios unió, que el hombre no lo separe”.

Y cuando estaban en casa, los discípulos le volvieron a preguntar lo mismo, y él les dijo: "El que se separa de su esposa y se casa con otra comete adulterio contra la primera; y si esta deja a su marido y se casa con otro, también comete adulterio” (Mc 10, 2-12).

 

Por lo tanto, los Diez Mandamientos de la Ley de Dios, que encontramos en Ex 20, 3-7 y Dt 5, 6-21, no son aceptables por nosotros así como suenan, puesto que son el reflejo más genuino de toda la mentalidad del Antiguo Testamento.

 

Los Diez Mandamientos en la Iglesia Católica

Alguien podría preguntarse: "Entonces, ¿por qué la Iglesia Católica usa los Diez Mandamientos de la Ley de Moisés, si no reflejan la perfección evangélica?”.

La Iglesia Católica los usa por la facilidad que ofrecen de presentar en pocas palabras un esquema de los deberes básicos del cristiano para con Dios y el prójimo, con la advertencia que cada punto tiene que ser visto a la luz del Nuevo Testamento y no del Antiguo.

Al mismo tiempo, para estar de acuerdo con el Nuevo Testamento, la Iglesia ha tenido que aportar ciertos cambios al mismo texto, en los puntos que más expresaban la imperfección del Antiguo Testamento.

En concreto, los cambios que aportó la Iglesia, son los siguientes:

1. Suprimió el segundo Mandamiento, que se refiere a las imágenes, por no encontrarse en ninguna parte del Nuevo Testamento.

2. Cambió el cuarto Mandamiento, poniendo el domingo en lugar del sábado, de acuerdo con algunos datos bíblicos presentes en el Nuevo Testamento (1Cor 16, 2; Hech 20, 7), la Didaké de los doce apóstoles que se escribió contemporáneamente al Nuevo Testamento y refleja su espíritu, y la praxis de los primeros cristianos, para recordar "el día del Señor”. Este Mandamiento pasó a ser el tercero.

3. Completó el Séptimo Mandamiento, que pasó a ser el sexto, teniendo en cuenta los aportes del Nuevo Testamento.

4. Completó el Noveno Mandamiento, que pasó a ser el octavo.

5. Dividió en dos el Décimo Mandamiento. Lo que se refiere a la mujer pasó a constituir el noveno mandamiento y todo lo demás se quedó en el décimo.

Es muy importante aclarar que, no obstante estos cambios, todavía los Diez Mandamientos no expresan completamente el espíritu cristiano y aún reflejan algo del espíritu antiguo-testamentario. Por ejemplo, siguen presentando la ley en forma negativa y exterior: "No matarás”; "No cometerás adulterio”... Además, reflejan todavía una mentalidad machista: "No desearás a la mujer de tu prójimo”.

Por esta razón, sería auspiciable que los Diez Mandamientos fueran revisados una vez más para darles una formulación, que estuviera más de acuerdo con el Nuevo Testamento.

De todos modos, el verdadero cristiano sabe muy bien que, en lugar de limitarse a cumplir los Diez Mandamientos, tiene que hacer el esfuerzo por vivir en el espíritu de las bienaventuranzas, que representan los grandes ideales evangélicos.

 

Formulación actual de los Diez Mandamientos

1.- Amarás a Dios sobre todas las cosas.

Jesús le contestó: "El primer mandamiento es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Al Señor tu Dios amarás con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas (Mc 12, 29-30).

 

2.- No tomarás el nombre de Dios en vano.

No juren nunca... Digan sí cuando es sí y no cuando es no (Mt 5, 34- 37).

 

3.- Santificarás los días festivos.

Cada domingo, todos ustedes guarden lo que hayan podido ahorrar, de modo que no esperen mi llegada para recoger las limosnas (1 Cor 16, 2).

El primer día de la semana, estábamos reunidos para la fracción del pan, y Pablo que pensaba irse al día siguiente, conversaba con ellos (Hech 20, 7).

Domingo quiere decir "día del Señor”. Así los primeros cristianos empezaron a llamar el primer día de la semana, para recordar que en aquel día resucitó el Señor.

 

4.- Honrarás a tu padre y a tu madre.

 

Honra a tu padre y a tu madre (Lc 18, 20).

 

5.- No matarás.

No mates (Lc 18, 20).

Saben que se dijo a sus antepasados: "No matarás, y el que mate será llevado ante la justicia”. Yo les digo más: Cualquiera que se enoje contra su hermano comete un delito, y el que lo trate de tonto merecería responder ante el tribunal supremo, y el que lo trate de renegado de la fe, es digno del infierno (Mt 5, 21- 22).

El que no ama, permanece en la muerte. El que odia a su hermano, es un asesino, y, como lo saben ustedes, en el asesino no permanece la Vida eterna (1Jn 3, 15).

 

6.- No cometerás adulterio, ni otras acciones impuras.

No cometerás adulterio (Lc 19, 20).

No se engañan: no serán recibidos en el Reino de Dios los que tienen relaciones sexuales prohibidas..., ni los que cometen adulterio, ni los amigos del placer, ni los homosexuales... (1Cor 6, 9).

El cuerpo no es para la inmoralidad sexual (1Cor 6, 13).

Es fácil ver lo que viene de la carne: relaciones sexuales prohibidas, impurezas y desvergüenzas... (Gál 6, 19).

 

7.- No robarás.

No robes (Lc 18, 20).

Que el que robaba, ya no robe, sino que se fatigue trabajando con sus manos en algo útil y tenga algo que compartir con los necesitados (Ef 4, 28).

 

8.- No levantarás falso testimonio contra tu prójimo, ni mentirás

No levantes falso testimonio (Lc 18, 20).

No más mentiras: que todos digan la verdad a su prójimo, ya que todos somos parte del mismo cuerpo (Ef 4, 25).

 

9.- No desearás la mujer de tu prójimo, ni consentirás pensamientos ni deseos impuros.

Ahora yo les digo que quien mira con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio en su interior (Mt 5, 28).

Felices los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios (Mt 5, 8).

Cada uno es tentado por sus malos deseos, que los arrastran y seducen (Stgo 1, 14).

Han de renovarse en lo más íntimo de su mente (Ef 4, 23).

 

10.- No codiciarás las cosas ajenas.

No codiciarás (Rom 7, 7).

Ustedes codician porque no tienen y entonces matan. ¿Codician algo y no lo consiguen? Entonces discuten y pelean (Stgo 4, 2).

Es imposible servir al mismo tiempo a Dios y a las riquezas (Mt 6, 24).

 

Conclusión

+ Dios estableció la Antigua Alianza exclusivamente con el Pueblo de Israel y no con la humanidad en general.

+ Los Diez Mandamientos son la expresión más genuina de la Antigua Alianza.

+ Dios prometió una Nueva Alianza.

+ Con la muerte de Cristo, Dios estableció la Nueva Alianza o Nuevo Testamento, anulando la Antigua.

+ Nosotros pertenecemos al Nuevo Testamento.

+ Por lo tanto, no estamos obligados a cumplir la Ley de Moisés, porque no pertenecemos al Pueblo de Israel y estamos viviendo en el Nuevo Testamento.

+ La Iglesia Católica acepta los Diez Mandamientos del Antiguo Testamento, pero vistos a la luz del Nuevo Testamento, es decir, aportando las modificaciones correspondientes.

+ Estando así las cosas, las objeciones de los protestantes en el sentido que la Iglesia Católica está manipulando los Diez Mandamientos de la Ley de Dios y no los cumple al pie de la letra, no tienen fundamento.

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